Todo mundo admira a quienes suben al podio para recibir una medalla. Y la mayoría sólo piensa en el triunfo que supone ganar una competencia deportiva.

¿Pero alguien sabe el trabajo intenso que hay detrás de una medalla sea del metal que sea? Al parecer no, hay años de disciplina, de renuncia, de retos, de sacrificios, derrotas y hasta lesiones.

No todo mundo está en la posición de lograr una medalla en una justa deportiva, porque el principal reto es la confianza y la renuncia, luego la preparación permanente y el deseo de triunfar para alcanzar esa meta.

El triunfo surge primero de vencer los límites que nos imponemos por una educación restrictiva, un deficiente acercamiento al deporte, malos instructores y la falta de apoyo institucional.

Detrás de la historia de un triunfador en el ámbito deportivo también sobreviene la envidia, la gente que cree que los triunfos se dan gratuitamente, sin esfuerzo.

La envidia según el diccionario de la Lengua Española significa “un sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee”.

Es decir que quienes carecen de habilidades físicas para incursionar en una justa deportiva tienden a desarrollar ese sentimiento de envida por quienes sí han triunfa do. Felipe Rodríguez en su columna, asegura que “la envidia es el deporte de los acomplejados” y que según San Martín de Porres, “serás lo que debas ser o no serás nada”.

Partiendo de ahí, tendríamos que envidiar menos e imitar más. ¿Qué es lo que están haciendo los deportistas triunfadores que no está haciendo el resto? En principio, fijando metas. Y para conseguir esas metas se trazan planes.

Tengo la edad, la fuerza, para poder desarrollarme en una disciplina, no hay de otra la respuesta está en la preparación.

En desarrollar las habilidades y destrezas, pero con gente que realmente sabe y nos conducirá hacia la meta por el camino correcto.

Nada se logra sin la educación, sin la práctica constante, sin la disciplina. No hay triunfo gratuito.

Entonces, en lugar de desear lo que otros conquistaron porque no empezamos por crear nuestra propia realidad, porque no comenzar por imitar los buenos ejemplos, en lugar de sólo ser testigos de quienes suben al podio y ganan medallas